Cualquiera sea el deporte, si al rival que tenés en frente no lo noqueás cuando la puerta está abierta, el mundo de perfección hasta antes del momento cumbre, puede convertirse en un infierno. Eso es lo que terminó viviendo Atlético, el mismo Atlético que contra Defensa había hecho un trabajo correcto en el primer tiempo y que en el segundo entregó su resto al "halcón".

Ayer empató con Instituto y fue como perder también, porque había hecho casi todo bien hasta el descanso. Empezó perdiendo culpa de un notable pase de Martin y una exquisita definición de Tellechea por arriba de Lucchetti. Pero a diferencia de otros tiempos, el golpe no hizo más que despertarlo. Sin perder los estribos, Atlético trasladó la pelota con la inteligencia de un ajedrecista y la acomodó bajo los palos de Chiarini con la astucia de un Rodríguez siempre oportuno apoyado en la picardía de un Acosta devenido en asistidor.

Fue una sinfonía ver al "decano" levantarse de las cenizas. Para la gente, para el que estuvo en el Monumental, la estirada de "Pulguita" en el 1-1 y su penal bien ejecutado al palo zurdo del Chiarini en el 2-1, fue algo así como terminar de enamorar a la chica de tus sueños. Atlético mostraba temple, recursos para no caerse de manos cruzadas y ahogarse en el mar de la desesperación. Entonces, y pese al fuego cruzado que azotó los ranchos de ambos, la pausa del descanso pareció venirle mejor a la "gloria" que el "decano". A Instituto le urgía un segundo de paz.

Y Atlético fue el que no solo le regaló eso, sino mucho más: minutos y espacio en el terreno. Increíblemente, en vez de salir a apretar y sentenciar el partido, entregó la pelota y se plantó atrás. Mal, porque las bandas empezaron a hacer agua, el medio se desorientó, Morel desapareció, la línea de tres se abolló y las faltas en contra comenzaron a tacharle los casilleros. Entre tantas atajadas de Lucchetti o desaciertos de Martin, llegó un córner letal. Masuero ganó en la terraza y puso el 2-2, a los 59'. De ahí en adelante, el generoso "decano" terminó pidiendo la hora.

LO BUENO

Atlético no se desesperó cuando quedó abajo en el marcador. Es más, supo trasladar la pelota y agredir por el lado de Acosta. Después, "Pulguita" hizo el resto.

LO MALO

El "decano" entró dormido en el segundo tiempo, le regaló la pelota y la iniciativa a Instituto. Pese a contar con varias chances, casi pierde un partido que tenía en el bolsillo.